Estudiantes se reencontró con la "novia" de su vida
Pasaron siete días de la consagración de Estudiantes en Brasil ante Cruzeiro pero detrás del triunfo hay una historia de amor que merece ser contada. La misma la protagonizaron una vez más el Pincha y la vedette de América, la Copa Libertadores.
Estudiantes se enamoró de ella a fines de la década del 60. Estuvieron de novios tres años pero en el cuarto año apareció otro competidor y la Copa Libertadores lo “dejó” al Pincha.
Aquel equipo albirrojo dirigido por Ignomiriello quedó muy dolido y la gente mucho más porque ese fue el fin de un ciclo a todas luces exitoso que había iniciado años antes el revolucionario Osvaldo Zubeldía. Nada se le pudo endilgar al equipo que cayó a los pies del tremendo goleador Luis Artime. Luego ella, la Copa más preciada y venerada de América, estuvo alejada de Estudiantes.
Volvieron a verse un par de veces más pero en el 84 se sedujeron en varias citas muy recordadas. En una de ellas, el equipo pincha construyó una de las epopeyas más recordadas de toda su historia cuando en el estadio de 57 y 1 le empató a Gremio con 7 jugadores.
Ese año no pudo ser. Se miraron, se desearon mutuamente pero la Libertadores le dio la espalda. Se fue a disfrutar de la gloria con Independiente, uno de los “rivales” históricos de Estudiantes. Ese fue la última vez que la vio de cerca, que la “desnudó” con la mirada y contemplo su inmensidad. Es que ella es así, es la vedette de América y siempre sale con los mejores. No conoce la crisis futbolística ni los procesos deficitarios. La Copa Libertadores es para elegidos. Los que quieran tenerla a su lado deben vestir de riguroso frac, lucir perfectos en cuerpo y alma y transitar con seguridad y solvencia.
Por eso durante varios años la Copa Libertadores estuvo muy lejos de Estudiantes. El Pincha entró en una crisis de identidad, perdió el rumbo, padeció los efectos de malos manejos y finalmente se fue a la B en agosto del 94.
Los años sucesivos sirvieron para que paulatinamente el club comenzara a levantarse. Pasaron Bilardo, Merlo, Burruchaga y recién en el ciclo de Cholo Simeone se vio una versión distinguida de Estudiantes. A esa altura la Copa Libertadores y el Pincha ya se habían visto varias veces durante el fructífero ciclo de “Burru”. Durante esa edición de 2006, el equipo albirrojo y la “novia” de América se habían ido de “joda” varias noches y dejaron pintados a varios rivales. Sporting Cristal, la noche del 4-3, Independiente Santa Fé, Bolivar, Goias y San Pablo habían padecido los efectos místicos y míticos que producía la dupla Estudiantes-Copa Libertadores.
Pero ese año el Mundial de Alemania, -vaya paradoja pensando en el Mundial de Clubes-, detuvo la competencia y el equipo que se perfilaba como uno de los grandes candidatos al título, terminó cayendo por penales ante el magnificente San Pablo en el templo sagrado del Morumbí. Esa noche en Brasil la Copa Libertadores lo miró fijo a Estudiantes, lo estudió, lo evaluó por completo y concluyó que de a poco estaba volviendo a ser aquel de la década del 60.
Sin tanto peso específico desde lo futbolístico pero lo notó con las mismas ganas de conseguir la gloria que había alcanzado 35 años atrás. Y eso no pasó desapercibido para todos. Quedó marcado en el destino y en las “intensiones” manifiestas de los dos de volver a verse pronto. Estudiantes le prometió que iba a terminar de retocarse algunos detalles físicos y espirituales y pactaron citarse a la brevedad.
Y los dos cumplieron. El año pasado juguetearon bastante y se regodearon como dos novatos, pero finalmente apareció un “tercero” en discordia y todo quedó en la nada. El “morocho” ecuatoriano le ofreció el oro y el moro y la Libertadores se fue con la Liga de Quito que demostró argumentos sólidos para dejar de lado a cuanto rival se interpusiera en su camino.
Pero, en su aniversario 50, el más importante desde su nacimiento, la Copa Libertadores se preparó como siempre. Se puso la mejor “pilcha”, se maquilló para la ocasión y puso sobre la mesa su juego de seducción histórico con Estudiantes como objetivo. Lo tentó a “salir” de fiesta en el repechaje con Sporting Cristal y el elenco que dirigía Astrada pudo “pagar” con lo justo una cena de gala que terminó siendo una “ración” escasa. Esa noche en el “Ciudad de La Plata”, la “novia de América” temió haberse equivocado de candidato y lo puso contra las cuerdas a Estudiantes, lo hizo quedar en ridículo y casi lo deja afuera de cualquier otra cita con ella.
El momento futbolístico del equipo era aciago. No podía encontrar respuestas y el ciclo de Astrada llegó a su fin en un momento tan cuestionado como reclamado masivamente. Y la llegada de Sabella lo rearmó a Estudiantes. Lo hizo lucir en su mejor postura y versión. Le dio brillo, autenticidad y le hizo recuperar la esencia seductora.
Ahí la Copa Libertadores lo volvió a meter entre los candidatos. Pasaron varios partidos consagratorios. El 4-0 frente a Cruzeiro, el principal “competidor” del Pincha. El 3-0 ante Libertad confirmó la decisión interna que habían tomado “Pachorra” y su ballet. El 1-0 a Defensor en Uruguay mostró un aplomo notable de Estudiantes. La ida de las semifinales ante Nacional dejó en claro que la cosa venía en serio. Y la revancha en el estadio Centenario le puso confirmación a las aspiraciones de reconquista por parte de Estudiantes.
El Pincha ya se sentía seguro y preparado para volver a revivir aquellas noches de gloria, locura y desenfreno que había dejado de disfrutar hace 39 años. Y el final ya se conoce. El miércoles 8 en La Plata, la Copa Libertadores disfrutó de la fiesta descomunal que expuso la gente de Estudiantes pero se vio frustrada cuando tuvo que evaluar el semblante futbolístico del equipo de Sabella que jugó con el “freno de mano” puesto.
Pero se fue sabiendo que en la revancha el equipo iba a regalarle algo mágico. Ella lo sabía, por eso se vistió de fiesta como nunca y se rindió a los pies de un equipo sólido, con personalidad y ávido de nuevas emociones que tuvo como principal gestor y director a “Su Majestad”, Juan Sebastián Verón.
Y la Copa Libertadores en su cumpleaños 50 lo miró fijo a Estudiantes, le hizo un guiño cómplice como en 1968 y se rindió a sus pies. El Pincha ahí se quebró, lloró de emoción por tantos años de frustración. Recordó a muchos de los jugadores que lo catapultaron a la gloria. Dejó de lado algunas ataduras, se paró erguido, con un empujón fuerte derribó a Cruzeiro y se fue con ella, con la “novia” que más amó.
El final de la noche los mostró juntos por todos lados. Se dejaron ver a los ojos del mundo, se sacaron fotos ante quienes los quisiera retratar y lucieron vigentes a pesar del paso de los años. Estudiantes infló el pecho, la agarró bien fuerte y le prometió que durante un año la va a cuidar como nunca lo hizo porque los años que los distanciaron potenciaron aun más el amor desenfrenado que siente hacia ella y varias veces le susurró cuánto la había extrañado.
El Pincha tocó el cielo con las manos porque pudo reconquistar a la “novia” que más amó en sus 104 años, esa misma que en el 69 le permitió hacerse conocido en todo el mundo cuando el equipo de Zubeldía sacó a relucir sus dotes ante el mismísimo Manchester United. Ahora la cita será en Abu Dhabi y seguramente el rival a vencer será el magnificente Barcelona comandado por Lionel Messi
2 comentarios
por muchas noches mas salute campeon!!!!!
Exelente narración de la epopeya vivida, emocionante al leerla y revivir esos momentos felicitaciones
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