¿SEGURO QUE PERDIERON?
No se podía ingresar al espigón del Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, en Ezeiza. Pero ellos no podían quedarse de brazos cruzados, en La Plata, en 7 y 50, esperando que de repente un Flecha Bus con unos cuántos héroes adentro los sorprenda durante la madrugada. Por eso, fueron a su encuentro y coparon hasta donde los dejaron. Hasta la Ricchieri. El plantel llegó a las 23.35 de ayer en el vuelto 7662 de Gol, que fue abordardo tras escala en San Pablo, Brasil, y se subió inmediatamente al bus camino al Country de City Bell (aunque algunos jugadores se fueron en auto, por su cuenta, como el Chapu Braña). Así las cosas, casi 2.000 hinchas escoltaron a los jugadores y al cuerpo técnico del subcampeón del mundo, poniendo en consideración aquella afirmación bilardeana que decía que nadie se acuerda de los segundos...Más allá de eso, con el partido todavía repiqueteando mentes, ¿Estudiantes se traicionó?Fue leal a sus colores, pero no a sus ideasHabía hecho bien los deberes. Tenía al mejor equipo del planeta preocupadísimo, sin llegadas, confundido, pero... Estudiantes renunció a ser Estudiantes apenas a 45' de la hazaña. ¿No pudo? No se esforzó para poder: regaló la posesión de la pelota, regaló la cancha, se agrupó atrás y se preparó para recibir el bombardeo constante del Barcelona. Fue la anti-estrategia. El no plan. Fue leal a sus colores, pero no a sus ideas.Desde el minuto inicial del ST, se cayó como un piano de cola desde un balcón: le pesó la final, el rival, el limbo en el que lo había zambullido el gol de Boselli. ¿Que estuvo a sólo dos minutos del título? Cierto. Pero la temperatura real no marca lo mismo que la sensación térmica. Y ésta desnuda que estuvo lejísimo de ganarle la final al Dream Team de Guardiola
JORGE LOPEZ
Traicionarse es otra cosaLa dignidad de Estudiantes contra el Barcelona puede ejemplificarse en dos puntos que nada tienen que ver con la táctica o la estrategia. La simulación, una de las peores malas artes del fútbol, vino del Primer Mundo: amarilla a Messi, el más español de los argentinos, y a Henry, el francés de la mano tramposa ante Irlanda. Los dos quisieron engañar al árbitro y, a su vez, perjudicar al rival. El otro aspecto que viene a cuento es el juego brusco: hubo un solo jugador, en los 120 minutos, que mereció la expulsión por una infracción. ¿Quién? Messi. Estudiantes llegó tocado a la finalísima, ya no era el de la Copa. Sin embargo, dio lo máximo en el PT, concentración y entrega a full, y se quedó sin nafta ante un adversario dulcemente insoportable y superior. Pero jamás, aun cuando se le venía la noche, fue artero.
ADRIAN PIEDRABUENA
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