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El goleador silencioso SERGIO MAFFEI smaffei@ole.com.ar Se lo va a extrañar a Boselli el día que se vaya. Por lo que aporta, por lo que exige, por lo que se mueve, por lo que genera, por sus goles errados pero también por sus goles convertidos. Si su efectividad ya es tremenda, si está a un sólo gol en la Copa de un prócer como Juan Ramón Verón, si apenas está a un grito de ser el máximo goleador copero de un equipo copero por excelencia, qué sería de él si convirtiera todo lo que no convierte. El fútbol argentino tiene hoy pocos delanteros como Mauro. Probablemente, como le pasó a Estudiantes, el reconocimiento del mundo de la pelota a él también le llegará tarde. Por eso, es hora de lanzar la primera piedra. Antes de que diga adiós. Dijo Sabella que tenía la preocupación de que los goles no llegaran, pero que la cantidad de situaciones creadas mientras tanto le daban tranquilidad. Boselli ayer se movió a ese ritmo. No tuvo una noche con todas las luces para definir: falló seis situaciones claras antes de asegurar el partido. Pero la insistencia también es una virtud. Su gol llegó tan justo para él como para el equipo. Que el récord sea con Aurich. Este campeón, con un Verón enorme, con un Braña conmovedor, con un Sosa decisivo, con un Angeleri recuperado y con una defensa otra vez sólida, no merece tener que ir a Chiclayo a jugar una finalísima por la clasificación. Pero la victoria de Alianza Lima en La Paz rompió la lógica del grupo y por eso ahora habrá que ir a Perú con los dientes apretados. Confianza sobra: este equipo tiene garra y fútbol para pasar ese desafío.