Síganle el ritmo
Estudiantes es el único equipo argentino en la Copa. Y eso no es nada, porque también pelea el Clausura. Algo que Banfield y Vélez, eliminados en ambos frentes, soñaron con hacer a principio de temporada.
Las piernas no dan más, el sudor al frenar el calor del movimiento se hace pesado y la sensación que queda es una sola: la mismísima nada. Elevar las ambiciones lo más alto posible, exigirse al máximo, termina siendo contraproducente. Una adversidad que pocos logran sobrellevar. Por eso, cuando quedan dos fechas para la finalización del Clausura y se arriman los cuartos de final de la Copa Libertadores, es uno, de tres, el que está de pie: Estudiantes de La Plata.
Un León que fue capaz de lograr lo que Vélez y Banfield intentaron a los tumbos, poniendo equipos alternativos. El Pincha, recurriendo al mix y yendo partido a partido, todavía tiene nafta. El equipo de Gareca, más allá de merecimientos, fue eliminado por Chivas en su propia casa y el de Falcioni por el Inter en Porto Alegre en un Brasil que siempre es complicado.
Ambos habían dicho no al torneo hace bastante tiempo. Entre las fechas ocho, nueve y diez. De estar ahí nomás de alcanzar al Independiente de Gallego, pasaron a quedar relegadísimos en posiciones incómodas. Tenían los ojos puestos en el certamen continental, algo que suele ocurrir siempre: pelear los dos frentes hasta donde se pueda y, si hay que elegir, la Copa es una tentación irresistible.
Casualmente, eso no es lo mismo que le ocurrió al equipo de Sabella. No corrió nunca la mirada, dobló la apuesta. Asentado en la punta, les saca 10 y 13 puntos a sus colegas coperos. Esos que hoy se preguntan cómo hacer y si ese León, al que no le pudieron seguir el ritmo, logrará lo que nunca nadie pudo: hacerse con el campeonato local y Copa Libertadores en un mismo semestre. Písenle los talones, si pueden.
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